Un mal músico no oye lo que toca
un gran músico toca lo que oye
Por Pierre Ortalo Yuzupulse
Tenía 17 años, estaba en el instituto y hablaba con un chico, el chico guay de la clase, que me habló de tocar la guitarra. «Deberías comprarte una y empezar a tocar», me dijo. Fue un acto de fe, me pareció una idea loca y estúpida. Sin embargo, llevado por su entusiasmo puro, contagioso y embriagador, compré una guitarra por Internet.
Quería aprender rápido para impresionar a mis amigos, así que utilicé tablaturas de guitarra. Con estas notaciones fáciles de leer, podía aprender una nueva canción con bastante rapidez. Era divertido y motivador.
Unos años más tarde, ahí estaba yo, intentando tocar con un grupo, ellos tocaban unos acordes y me pedían que me uniera, pero yo no tenía ni idea de lo que estaban haciendo. En ese momento, me di cuenta de que había pasado todo el tiempo aprendiendo a tocar la guitarra con las manos y los ojos, pero nunca con los oídos.
El idioma inglés utiliza la palabra «power» para abarcar una amplia gama de significados, mientras que el francés distingue entre «le pouvoir» (poder) y «la puissance» (al que nos referiremos como «capacidad» en este artículo). El poder es lo que podemos hacer que otros hagan, mientras que la capacidad es lo que somos capaces de hacer nosotros mismos. Estos dos conceptos son cruciales para comprender el impacto de la tecnología y la IA en la creatividad.
Para los creadores experimentados, la IA es una herramienta extraordinaria. Estas personas ya han desarrollado sus capacidades y pueden delegar tareas periféricas a la IA, manteniendo su espíritu crítico y el control. La IA sirve como herramienta de apoyo, no como sustituto de las capacidades del creador. Al utilizar la IA para gestionar tareas periféricas los creadores pueden centrar su energía y su tiempo en sus tareas principales, que requieren sus capacidades únicas. Incluso en tareas relacionadas con su creación, los creadores experimentados pueden guiar a la IA de manera eficiente para lograr su visión y detectar errores con su ojo experto.
Sin embargo, el uso de la IA también presenta una tentación, especialmente para los artistas principiantes o medios que aún están desarrollando sus habilidades. El principio del mínimo esfuerzo, un fuerte impulso en los seres humanos desarrollado a través de la evolución, hace que sea tentador confiar en la IA para obtener resultados rápidos y fáciles. Este principio sugiere que los seres humanos tienden naturalmente a elegir el camino que ofrece menos resistencia, optando por soluciones que requieren un esfuerzo mínimo. En una economía capitalista productivista, donde las presiones de tiempo y recursos son elevadas, esta tentación es aún mayor. Los principiantes pueden ser sustituidos o verse tentados a desarrollar únicamente su poder confiando en la IA, lo que conduce a una falta de capacidad para evaluar críticamente los resultados de la IA. Esto puede dar lugar a una avalancha de contenidos «por encima de la media», un fenómeno que ya es evidente hoy en día en forma de «basura de IA» en las búsquedas de imágenes.
Para frenar este mecanismo perverso, necesitamos un sistema educativo sólido que enseñe a los niños a esforzarse, pensar y crear por sí mismos. Crear momentosde desconexión, como días sin IA, y volver a aprender a tocar y esculpir la materia puede ayudar a cultivar nuestras habilidades. Las herramientas tecnológicas nos dan poder, pero debemos cultivar nuestras habilidades para utilizarlas de forma eficaz.
Las herramientas principales de un artista son la visión y la creatividad; la técnica y la tecnología solo apoyan el proceso de convertir la visión en materialidad. Sin embargo, la visión y la creatividad, la intuición y la heurística artística se construyen a través de la práctica física, analógica y manipulatoria, precisamente en lo que se centran los primeros años de las escuelas de arte. Esto se debe a la encarnación, un concepto de la psicología cognitiva que sugiere que nuestra cognición está profundamente entrelazada con nuestra fisicidad y nuestro entorno.
La IA es ciega al arte; es un algoritmo entrenado para generar cosas cercanas a nuestras descripciones. Es fundamental mantener actividades «analógicas» para desarrollar nuestra visión y cognición fuera del ámbito de lo digital y la IA. De lo contrario, no construiremos nuestra visión artística y dejaremos que los ciegos nos guíen.
Fuente de la imagen de portada. Detalle de los ciegos que se vuelven hacia el espectador. Los ciegos guiando a los ciegos, copia del siglo XVI basada en Bruegel (Alexander Wied, Bruegel, Bay Books Sydney, 1980, p. 161). La imagen se ha mejorado con LetsEnhance AI.